Los estereotipos surgen del proceso cognitivo de categorizar o agrupar objetos, animales o personas. Son tan antiguos como la propia humanidad, aunque no siempre tuvieron una definición establecida. Se han arraigado con tanta fuerza en la sociedad que muchos asumen, esquemáticamente, que mamá es la única en casa facultada para regar las plantas, o que, puertas afuera, papá es el único capaz de trabajar en la construcción.