Desde que empezaron las orquestaciones de la Cumbre de las Américas en diciembre de 1994, la bota del imperio estadounidense impuso que Cuba fuera excluida de toda invitación. Y fueron precisamente los pueblos y gobiernos del continente los que, poco a poco, se opusieron a tal capricho y exigieron la presencia de nuestro país, concretada en la VII edición de Panamá 2015 y posteriormente en Lima 2018.