Mientras en Washington y Miami se traman las más oscuras acciones inescrupulosas para tratar de apretar el cuello de los cubanos con la combinación de medidas coercitivas de máxima presión económica, muros antifamiliares, anti-inmigrantes, políticas de cero remesas y viajes, persecución política y racista, la embajada estadounidense en La Habana, histórico instrumento de subversión, trata de convertirse con sus provocaciones, en el detonante de una crisis bilateral que desencadene en la ruptura de las “relaciones diplomáticas” entre los dos países.