Hasta ahora con dos plantas industriales en la nómina de las moledoras, Quintín Bandera y Héctor Rodríguez, la meta entre ambas es fabricar un poco más de 20 mil toneladas de crudo, destinadas en lo fundamental a la canasta familiar normada.
Y será una zafra corta, según los pronósticos, aun así de fácil no tendrá nada, sí de muchos esfuerzos y limitaciones, por lo que habrá que trabajar duro en esta etapa actual de reparaciones para garantizar un sistema agrofabril lo mejor ajustado posible para operar en medio de ese escenario.
Sin dejar de reconocer las insatisfacciones, en los colectivos reina compromiso, despojados de lamentaciones, tratando de hacer lo posible por “acicalar” la cadena agroindustrial e iniciar la zafra en los días fijados en el dulce calendario, incluso con el empeño de adelantar la molienda para ganarle tiempo al tiempo.
Sabemos del escepticismo y las expectativas que rodean el ambiente, y con justa razón, al estar sometido el sector a fuertes restricciones y carencias del engranaje productivo aderezado por hierros viejos.
Claro, acostumbrados a hablar de grandes zafras y de un aporte diferente, hace que para muchas personas sea incomprensible aceptar que esta provincia, acostumbrada a altos resultados, esté planificando tan bajas cifras como las actuales.
Sobre todo porque están involucrados muchos hombres y mujeres que consagran sus esfuerzos por revertir panoramas adversos, personas humildes que trabajan cuesta arriba para alcanzar el éxito en esta tarea tan importante en la recuperación de la economía de la provincia y el país.