Si no con entusiasmo porque sé lo que podría estimular la inflación, al menos interpreté como “un acto de justicia con los ganaderos”, el incremento del precio de la leche de primera calidad de 20 a 38 pesos el litro, casi el doble, de toda la que se acopiara a partir del pasado 1 de marzo.
En la entrevista al subdelegado provincial de la Agricultura para el reino animal, ni por mi mente pasó la necesidad de profundizar en los parámetros de calidad, porque desde que atiendo el sector como reportero, hace casi cuarenta años, nunca el lactodensímetro exigió una densidad mayor de 1.030 gramos por milílitro para concederle a la leche la primera calidad.
Pues bien, ante el alerta de amigos, profundicé y leí con sorpresa que la legislación llevada a la firma del Primer Ministro establece que para que la leche sea pagada a 38 pesos el litro debe alcanzar una densidad de 1. 031 casi imposible de alcanzar en las actuales condiciones. Que la que llegue a 1,030, que es como la medalla de oro accesible a nuestras vacas se pagará a 31 pesos el litro y la que tenga una densidad de 1,029, o sea, la que se había pagado hasta ahora a 17 pesos el litro sería en lo adelante a solo 10 pesos.
Resulta increíble que estas legislaciones se lleven a la firma sin consultar siquiera las opiniones de los delegados de la Agricultura para no decir la de los ganaderos que son los que más conocen de vacas y de leche.
Como Martí concedió a la prensa hace más de cien años el derecho a aconsejar, sugiero respetuosamente a los que tienen la posibilidad de legislar sobre temas sensibles que en ocasiones no conocen, que profundicen antes sobre el tema, porque una medida que tiene como objetivo estimular a los productores de leche puede convertirse, como es el caso, en una penalización, si se exigen parámetros de calidad jamás alcanzados y que solo serían comprensibles, según los especialistas que he consultado, para la leche de búfalas. Si el ganadero no siente el estímulo directo con el nuevo precio, no se lograría el objetivo de acopiar toda la leche para que vaya a los destinos priorizados y se mantendrá el desvío hacia los que la pagan mejor sin hacerle pruebas de calidad.
Y hablamos de pruebas de calidad que solo se le hacen al productor, y después nadie se ocupa de que tras pasar por el resto de la cadena el producto llegue de primera calidad al consumidor, que debiera ser la principal preocupación. En los nuevos precios aprobados para la carne vacuna también hay imprecisiones y errores. Pero ese no es el tema de hoy.