Así de básicos fueron mis primeros pensamientos antes de subir al carro que me llevaría a Guaracabulla. Por la carreta leyendo los artículos me fui adentrando en la historia, fui viendo la repercusión en nuestros medios y sobre todo una visión sorprendente, al menos para mí, de ése pueblito con imágenes de películas del oeste del que la gente sólo se acuerda porque marca el centro de Cuba.
Soy una placeteña que lleva apenas un año como periodista, y comienzo a sentir vergüenza al ver cómo foráneos saben tanto y visitan cada año un lugar al que yo estoy yendo apenas por segunda vez. Placetas está en deuda con Guaracabulla. A Pedro Osés, Samuel Feijóo, Raúl Ferrer y a Guillermo Cabrera como a otros tantos poetas, las gracias por desempolvar en el mapa de Cuba las coordenadas de Guaracabulla.
Los 20 km aproximadamente de la cabecera municipal de Placetas al centro de Cuba reconfiguraron mi sistema operativo. Una vez llegado al parque de la Ceiba me quedaba algo claro – pégate a Katy, la teclera, ella es quien ha estado organizando la tertulia la Tecla del Duende estos 17 años – Tuve que preguntar a la coordinadora del Partido que era la única persona que conocía. Para sorpresa mía la señora que estaba buscando se encontraba a unos pasos de mí, ansiosa pero sonriente, una pequeña mujer con visera negra juvenil y un pañuelo naranja alrededor del cuello.
Enseguida me identifiqué, le dije que nunca antes había venido a la Tecla, que había escuchado y leído mucho al respecto pero que tenía algunas dudas, sobre todo organizativas. Katy no cree mucho en formalismos y si algo la caracteriza es la naturaleza de su carácter y la pasión por la «Tecla del Duende», por lo tanto fue inmediato atraparme con su historia y hacerme parte de ella.
Fuimos a su casa, la ayudé a preparar la merienda para recibir a las delegaciones y mientras conversamos. Allí conocí a Ana María, quien junto a Katy me enseñó la primera lección de la Tecla del Duende y respondió una de mis dudas.
«Esto se mantiene porque Guillermo aquel 2007 creó una familia, nosotros somos una familia». Al decirlo sentí que estaba escuchando hablar a su corazón y en el proceso, abrazaban al mío. Desde ese momento desconecté mis problemas y dejé de pensar en las cosas pendientes que me esperaban en casa.
Entendí el poder de la tecla. Comprendí por qué viajar desde Holguín, Camagüey o La Habana para pasar unas horas con personas que ven una vez al año. Y es que hay tanto amor para repartir sin importar a quién, la tertulia de la tecla emana tanta energía positiva, los tecleros tienen tanta bondad en su corazón y tanta pureza en sus intenciones que sus palabras son cura para el alma y consuelo para la vida.
Por eso me quedo con los dicharachos y el ímpetu de Cary (73 años), la cabeza de familia de los tecleros de Holguín, con los pasos prohibidos de Margarita (74) y Elena (65 años), quienes se bajaron de la guagua a paso de conga sin tumbadora y no pararon de brincar con cuanto ritmo musical se encontraron por el camino. Con la entrada triunfal de Mileida en su corcel indomable (un caballito de plástico) escoltada por Liyixi, la Coordinadora de Santa Clara, quien no tuvo que hacer mucho esfuerzo para mi reclutamiento.
Me llevo el entusiasmo de Olania y Julia, las yayaberas que se encargaron de recordarles a todos que Sancti Spíritus está en 26. No olvidaré los rostros jóvenes de esta tertulia, Aliana (21) y Johan (17), los fieles acompañantes de María y Minerva, sus abuelas respectivamente; tampoco las interrupciones de Ana María intentando hacer llegar los saludos, que a cuentagotas llegaban a su WhatsApp.
Guardaré en mi memoria el ánimo juvenil latente en ese grupo de mujeres de vasta experiencia y más de cincuenta años en el almanaque. Queda como tarea las recomendaciones de nuevas lecturas, especialmente obras de Guillermo. Anoté en mi calendario la próxima cita como teclera – los primeros sábados de cada mes en la Galería Provincial de Arte en Santa Clara-.
Lo más importante después de hoy puedo confirmar que es lo que Cabrera Álvarez dijo: «cada día la tecla es cada vez menos mía y más de todos y será un regalo del pensamiento para llevarlo en el bolsillo de la memoria eternamente