Llegaron con el cansancio reflejado en los rostros. Y muchas historias de días aciagos en los que el peligro y la llegada a lugares prácticamente inaccesibles les puso a prueba.
Escalaron zonas montañosas, atravesaron ríos. Llegaron con los pechos inflamados de emoción y orgullo, luego de más de un mes de jornadas interminables en las provincias de Granma y Santiago de Cuba, heridas en lo más profundo por el paso del huracán Melisa, que dejó dolor y mucha devastación.

Son los trabajadores eléctricos de Villa Clara, que a sólo unas horas de la furia del fenómeno meteorológico partieron a tender sus manos y laborar en la recuperación.
Son historias de héroes de estos tiempos que regresan a su patria chica con una sentencia: Con el corazón, cumplimos.
Abdelay Ledoux Francia es de Sagua la Grande y no dudó ni un solo instante cuando le dieron la tarea.
«Muchos sentimientos encontrados, dimos un apoyo grande, lo más difícil es la distancia de la familia, lo más lindo es que cumplimos, estamos aquí, regresamos todos», afirma.

Cubanísimo, Yandry Castillo Cabrera, de Santa Clara, ya acumula en su quehacer el trabajo en la recuperación de varios ciclones en otras provincias, pero como este, ninguno, asevera.
«La gente se puso muy contenta, pero hubo “mucha cansera”, fueron kilómetros de línea, fango, carros atascados, mucho monte, hubo que desbrozar los caminos, ahora estoy loco por llegar a la casa y abrazar a los “vejigos”» dice y sonríe, cuando habla de sus hijos.
Alejandro Padrón González, técnico de la Empresa Eléctrica en Santa Clara ya sabe de estas experiencias, se siente feliz por lo que hizo junto a su contingente, y le mueve un sentimiento grande en el pecho cuando sabe que trabajó en el mismo sitio donde recibió su primera sepultura el Héroe Nacional José Martí, allá en esas tierras cargadas de historia.
«Oriente es peculiar, nosotros velamos por la seguridad de los linieros, ese no es mi primer ciclón, pero fue muy emocionante estar en Remanganagua, en el municipio Contramaestre de Santiago de Cuba, donde fue sepultado José Martí luego de caer en Dos Ríos, el pueblo nos agradeció, no tenían casi nada, pero compartieron con nosotros un café, una caldosa, sus sonrisas de gratitud, a ellos les decimos que cada vez que nos necesiten, vamos a regresar», enfatiza.
Entretanto, Didier Ruiz Martínez, de Sagua la Grande, guarda por dentro las imágenes de los rostros de las personas con ese sentimiento de dolor de haberlo perdido todo, menos esas manos solidarias que compartieron días de tristeza y de fe.

Por eso nos comenta con los ojos iluminados: «Lo más difícil que enfrentamos allá fue ver a la gente triste, todo destrozado y, en cambio, cuando devolvíamos la corriente, sus rostros cambiaban, nos hizo mantenernos los sentimientos que brotaban del corazón, vencimos y volvimos con la misión cumplida, estoy muy orgulloso».
Osmel Machado, de Cifuentes, dice que laboraron en condiciones muy complejas, pero nada los hizo retroceder pues «trabajamos duro y todo con sentimientos, cada día nos levantábamos, y nos movía el deseo de ayudar, si el año que viene pasa otro ciclón, volveremos a ir».
Asiel Ruiz Gómez, de Manicaragua, es muy joven. Esta es su primera experiencia como liniero en la recuperación de un huracán. En el Servicio Militar activo pasó un curso y se preparó en la especialidad. Hoy sabe que su vida se enrumba por el amor. Se adentra, dice, en el don de la experiencia.
«Yo fui a aprender, y ahora el sentimiento de estar aquí es muy bonito, echamos palante, esa gente tenían una situación muy mala, cuando regresaba la corriente, había mucha esperanza», nos confiesa.
Para los familiares que esperaron, tampoco esta misión fue fácil. En los días tan duros que vivimos, hay nostalgia cuando está lejos una persona querida. Pero valió la pena, dice Milady Zamora Muñoz, especialista principal en la dirección técnica de la Empresa Eléctrica, y esposa de Alfredo Jorge Pérez de Morales Alonso, otro de los integrantes del contingente.
«Imagínate, en los tiempos que estamos hay muchas necesidades, ellos tuvieron que trabajar muy duro, llegaron las lluvias, y siguieron trabajando, cada ciclón es una experiencia diferente, son altruistas, héroes, y es que entre nosotros hay mucho amor, respeto, cada día nos decíamos en videollamadas cuanto nos queríamos».

Su esposo Alfredo Pérez de Morales, del personal de apoyo en los grupos electrógenos ya peina canas. Jamás olvidará esta misión que lo hace sentir más orgullo de sus compañeros.
«La emoción es muy grande, cuando llegamos no había agua en el hotel, y llevamos el grupo electrógeno hacia la bomba para poder suministrar agua a la instalación, y que nuestros trabajadores pudieran tener mejores condiciones, eso lo hicimos a machete limpio porque era un sitio de difícil acceso, el río Bayamo había crecido, había enredado los cables, los bayameses son muy carismáticos, nos ayudaron mucho, yo he estado en varios ciclones, desde Michelle en Villa Clara, Ian en Pinar del Río, Rafael en La Habana, Irma en el centro del país, y ahora este, ojalá no pase otro ciclón, pero si pasa otro, allí estaremos, con el corazón».
Con el corazón, cumplimos. Así regresan a su patria chica los trabajadores villaclareños de la Empresa eléctrica de Villa Clara, que, en días muy difíciles, ayudaron a la recuperación de la zona oriental devastada por el Huracán Melisa.
