Cada noche de novela cubana, la actriz Nora Elena da vida a Lucía, una mujer que comienza a mirar lo familiar como si fuera nuevo, a olvidar nombres que antes estaban en la punta de la lengua, y a perder rostros queridos entre sombras borrosas de la memoria.
Aunque es un personaje de "Regreso al Corazón", su historia toca fibras reales desde la ficción. Miles de cubanos han reconocido en ella el reflejo de madres, abuelos, vecinos y amigos que viven con Alzheimer —una enfermedad que no solo afecta la memoria, sino también el lenguaje, el pensamiento y la capacidad de realizar tareas cotidianas.
El Alzheimer no se vive en soledad: transforma hogares, exige paciencia y pone a prueba el corazón de quienes cuidan. Familias y amistades atraviesan un camino de adaptación, cansancio, incertidumbre y amor profundo.
Informarse, buscar atención médica temprana y crear entornos seguros y afectivos puede ayudar a retrasar el avance de los síntomas y a mejorar la calidad de vida.
Porque la memoria también habita en los ojos que nos reconocen, en las manos que nos sostienen y en las historias que otros guardan cuando a nosotros nos empiezan a faltar.
Cuidar, acompañar y recordar por ellos es un acto de amor que permanece, incluso cuando los recuerdos se desvanecen.
