Se dice fácil, pero cumplir con las variadas exigencias de cada uno de los clientes, en su mayoría empresas estatales, implica un compromiso enorme. Bien lo sabe Miguel Chaviano, el administrador de un establecimiento que desde el municipio villaclareño de Camajuaní irradia a toda la Isla.
“Nuestros principales clientes son la Unión Eléctrica, la terminal de contenedores de Mariel, la Empresa de la Aeronáutica Civil de Cuba y las industrias del níquel, aunque tenemos contratos con otras varias entidades. A ellos les entregamos todos los overoles certificados para garantizar la seguridad en el trabajo, siempre teniendo en cuenta las particularidades de cada sector”, explica.
Precisamente esa certificación de sus productos es una de las grandes fortalezas de Entaya. “Significa uno de los valores más sólidos de la empresa —reafirma su administrador— pues tienen una calidad demostrada y cumplen con los estándares de seguridad exigidos para cada función específica”.
“Esto representa un requisito indispensable para la venta de vestuario laboral. Nuestra empresa ha ido desarrollando un trabajo sostenido y tanto la materia prima como el producto terminado tienen la aprobación del Centro de Investigaciones y Desarrollo de la Industria Ligera y los laboratorios del Ministerio de Trabajo y Seguridad Social, un elemento que avala la calidad de las producciones que ponemos en el mercado”, agrega.
Y esos productos marcan la vida del país. Como muestra solo un ejemplo: casi la totalidad de las ropas de trabajo que emplean los obreros de las termoeléctricas cubanas, punto neurálgico en la vida cubana, sale de estos talleres. Mientras esos hombres y mujeres se enfrascan por garantizar la estabilidad del sector, Entaya contribuye sobremanera a la seguridad de esos obreros.
Sin embargo, convertirse en una empresa líder en Cuba no es tarea fácil. Reconfigurada en Mipyme hace menos de un quinquenio, aquí aprovecharon la experiencia obtenida tras más de 20 años como miembros del Fondo Cubano de Bienes Culturales y la pusieron en pos del crecimiento y la eficiencia.
Para ello, uno de los puestos clave lo tiene Dayamí Sosa Martínez, una de las costureras con mayor tiempo en la empresa y conocedora al dedillo de cada nueva producción.
“Cuando emprendemos una pieza que nunca habíamos hecho, debemos realizar las pruebas y preparar los moldes de las distintas partes. No es coser por coser. El ambiente de trabajo ayuda mucho, porque todas nos llevamos muy bien”, reconoce.
Sin embargo, Dayamí sabe que Entaya tiene otro valor que no va a las cuentas financieras, pero que dice mucho de la calidad de un sitio como este: el de convertirse en espacio para que muchas mujeres encuentren su sitio.
“Para muchas este taller representa su realización personal y su estabilidad laboral, junto al orgullo de realizar un tipo de confecciones que no muchos realizan en Cuba. Llevamos dos o tres años que nunca nos falta el trabajo y eso también es un gran beneficio”, asegura.
Dailenys Rodríguez Guerra, la especialista comercial de Entaya, domina prácticamente todos los renglones de la empresa. Según dice, la entidad se posiciona como un aliado para las empresas estatales cubanas, con un enfoque claro.
“Buscamos mantener la gestión de la calidad en nuestras producciones, para ofrecerle al cliente un material seguro, así como ganar espacio en el mercado y ampliar nuestra cartera de clientes. Avanzar en la sustitución de importaciones y aspirar a la exportación son también metas trazadas para nosotros”, explica.
A su lado, Juan Carlos Chávez Ruiz, socio administrador de Entaya, confirma estos propósitos, una meta en la que juega un rol determinante el acceso estable y seguro a materias primas de calidad.
“Nuestro principal proveedor es una empresa china con amplia experiencia en este sector. Hasta ahora hemos hecho varias operaciones con ellos y siempre ha primado la eficiencia y la responsabilidad, a tal punto que podemos contratar con anterioridad varias producciones en el mercado cubano y siempre cumplimos nuestros compromisos”, apunta.
Esta eficiencia, junto a un saber hacer optimizado durante varios años, le permitió a Entaya cerrar el ejercicio económico de 2024 con ventas superiores a los 67 millones de pesos, el 35 por ciento de ellas en divisas. Solo en contribuciones al presupuesto, esta empresa aportó más de 20 millones en el último año, asegura Reinier Hernández Hernández, director financiero económico de la entidad.
“Orientamos nuestro trabajo hacia una gestión financiera eficiente, y para ellos tenemos como pilares la búsqueda de una mayor rentabilidad, junto a un crecimiento sostenido en la eficiencia. Sin embargo, tampoco desconocemos nuestro vínculo con el entorno, pues el estar enclavados en el centro de la ciudad nos permite aportar no solo al desarrollo territorial, sino también a mejorar el barrio que nos rodea”, agrega.
Aun así, cada uno de los que laboran aquí conocen de retos y desafíos. Entre ellos aparecen dos fundamentales: el necesario acceso a un mercado en divisas, en pos de un manejo económico mucho más eficaz, y la lucha perenne por cumplir los compromisos en tiempos de contingencia energética.
Para resolver el primero, esperan por la consolidación de una política ya anunciada por la máxima dirección del país. Para enmendar el segundo, ya tienen aquí un grupo electrógeno para no detener una producción que marca a miles de obreros en toda la Isla.
Porque cuando esos hombres y mujeres lucen sus uniformes, los impregnan del sudor durante cada jornada y los distinguen con el sacrificio de sus horas, llevan también sobre sí el desvelo y la eficacia de un pequeño emprendimiento que con un centenar de manos hacen, desde el centro de Cuba, convierten a la seguridad de miles en su prioridad y su desvelo.
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