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Ciudad bajo palabra: Winston Churchill en Santa Clara
El joven Churchill. Foto: Tomada de Cubadebate

Ciudad bajo palabra: Winston Churchill en Santa Clara (+Pódcast)

Mauricio Escuela Orozco

Jueves, 20 Marzo 2025 16:21

El episodio semanal de “Ciudad bajo palabra” vuelve sobre los pasos del joven Winston Churchill, en su visita a Santa Clara, a fines del siglo XIX.

Entre las peculiaridades que tiene la ciudad de Santa Clara, se hallan sus visitantes más ilustres. Pocas veces se recuerda que estadistas de la talla de Winston Churchill estuvieron por estas calles y que dejaron una huella.

Corría el año 1896 y la guerra de independencia estaba en su apogeo. Los cubanos, guiados por Martí, se fueron a la manigua y en toda Europa y el mundo se hablaba de cómo la pequeña colonia estaba poniendo en jaque a uno de los ejércitos modernos de aquella época.

El gobierno de la reina Victoria de Inglaterra —que presidía la por entonces primera potencia mundial, el Imperio Británico—, envió al joven Churchill como corresponsal de guerra y para estudiar las tácticas de uno y otro bando.

Una vez desembarcado en Cuba, viaja hasta la ciudad de Santa Clara con la intención de estudiar los combates y de ver cómo los mambises llevaban a cabo su guerra de guerrillas. Pero desde el inicio, Churchill fue guiado por las autoridades españolas y se le permitió alojarse en el hotel Santa Clara, que en estos momentos está ocupado por un conjunto de viviendas.

Churchill era miembro de la aristocracia inglesa y además un militar de carrera que estudiaba cómo mantener la supremacía británica. Su objetivo era velar por los intereses de Londres en Cuba, ya que por entonces había varios negocios de importancia en manos de comerciantes de dicho país. 

El joven inglés pidió visitar el teatro de operaciones, pero en su lugar se le condujo a sitios sin conflicto, además de construcciones de tipo civil y productivo.

Así estuvo en el cuartel Reina María Cristina y en el ingenio propiedad de Vicente González Abreu. Las tropas españolas lo incluyeron en un patrullaje por la zona de Maleza, San Gil y Atillo, las cuales se hallaban bajo el control de la metrópoli, ello para evitar que el enviado del imperio británico viera una batalla real con los mambises y de esa forma cuidar la imagen de España frente a la otra gran potencia europea. 

Eran tiempos en los cuales se vivía una rivalidad entre los países imperialistas y cualquier informe falso podía resultar perjudicial para los intereses de Madrid.

La manipulación de los recorridos de Churchill por parte de los españoles hizo que en el texto entregado a la reina Victoria fuera totalmente favorable a los colonialistas, quienes parecían tener el control total de la situación política en la isla. 

Años después de aquella visita, Churchill se convierte en el primer ministro británico durante la segunda guerra mundial y, por ende, en la celebridad que todos conocemos. Su liderazgo fue crucial en los aliados, así como en la consecución de la victoria frente al fascismo, pero su lazo con Cuba seguiría vigente por siempre, siendo uno de los emisarios de uno de nuestros productos nacionales por excelencia.

Durante aquella primera visita, el joven inglés aprendió a fumar los famosos tabacos habanos, los cuales llevaba a todos los eventos, batallas y conferencias. Con el tiempo, la imagen del primer ministro y la de los puros se hizo un símbolo que recordaba la presencia de Cuba y de sus encantos. 

Una vez terminada la guerra, Churchill volvió a Cuba, pero solo a La Habana, e hizo un discurso desde el balcón de su habitación en el Hotel Nacional.

En esa ocasión, la imagen en los diarios y revistas era la de su inconfundible puro y el símbolo de la victoria, hecho con la palabra de la palabra. Y con los dedos de su mano.