Varias son las historias de brujas que pululan por la tradición oral cubana. Se habla de la herencia ancestral africana y española, y de cómo ello ha incidido en la ocurrencia de sucesos extraordinarios en el devenir de la isla.
Santa Clara no se queda atrás, y según consta en las crónicas de la época recogidas por varios autores locales, en la otrora villa en tiempos antiguos había un cúmulo de supersticiones al respecto.
Se trata de esas mujeres que poseían poderes sobrenaturales y que practicaban la hechicería, las más de las veces, para propiciar alguna venganza contra algún enemigo o para lograr algún propósito.
Las brujas estaban ligadas a la migración canaria que en la región de Las Villas era abundante y copaba la transmisión generacional de las leyendas. Cuenta la oralidad que en la ciudad existen varias anécdotas de estas brujas.
Cierta noche salió de Santa Clara un campesino que iba por el camino de Granadillo y justo en el momento en que fue a cruzar, a caballo, un arroyo muy pantanoso, algo vino y lo levantó en peso por los aires. El campesino miró que era zarandeado por varias brujas y así estuvo un rato del susto que pasó y cayó al suelo.
La otra anécdota tiene que ver con dos jinetes que estaban por San Gil y que iban a cruzar un inmenso pantano de fango. En el momento de pasar, el segundo le pide al primero que se apresure; a lo que el otro responde transformándose en una mujer con un palo de escoba y erigiéndose en medio de los vientos.
El tercer suceso que recogen las crónicas sucedió en uno de los sitios periféricos de la ciudad, en el cual a plena luz del día se vio por los cielos un palo, una sábana y una cuerda. Ante la incredulidad de los vecinos, uno que era de origen asturiano dijo que, clavando un machete en el suelo, se iba la maldición. Dicho y hecho, ya que según él, eso era una bruja. Cuando fueron al sitio a donde había caído la sábana, solo hallaron un nido de cenizas humeantes.
Sin dudas, las historias de las brujas van unidas a esas etapas de las ciudades en las cuales aún existe el atraso, la superstición y las costumbres de antaño. Con el paso del tiempo y la modernidad, esas creencias van desapareciendo.
El mito se transforma en leyenda y pasa a la oralidad como algo curioso que las personas cuentan. Aún así en Santa Clara, producto de la mezcla de procedencias culturales y de religiones, durante muchos años se siguió hablando de las brujas y se les ponderó como una porción de la mitología local que merecía ser recordada y propagada. Las brujas dejaron de ser populares ya con la llegada del siglo XIX y el desarrollo y en el siglo XX fueron cayendo en el olvido.
Sin embargo, de vez en cuando, entre las historias que las personas se cuentan para pasar una noche en medio de un apagón o durante la fecha del día de todos los muertos, aparecen las brujas para recordarnos aquel pasado de miedo y de creencias.