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Ciudad bajo palabra: Don Pepe, el cazador de fantasmas

Ciudad bajo palabra: Don Pepe, el cazador de fantasmas (+Pódcast)

Mauricio Escuela Orozco

Jueves, 10 Abril 2025 18:14

Regresa “Ciudad bajo palabra”, con su episodio semanal dedicado a las peripecias de Don Pepe, el valiente, el cazador de fantasmas.

Allá por la época en que se creía totalmente en las cuestiones sobrenaturales, había en la villa de Santa Clara un señor nombrado Don Pepe el valiente. No se conoce cuál era su origen, ya que los datos se han perdido con los años, y las personas solo decían de sus andanzas e historias.

Pepe era un hablador que, sentado en los bares y cantinas, daba a los vecinos lo más selecto de una serie de aventuras en las cuales él siempre salía vencedor. Se trataba de enfrentamientos con los fantasmas y demás entidades. Así era él, una especie de caballero andante, solo que en lugar de ir contra molinos de viento, visitaba las casas que figuraban como maldecidas con la misión de espantar a los espíritus.

Este oficio, en tiempos muy piadosos y supersticiosos, era bien pagado por quienes solicitaban los servicios. Así, bastaba que en una casa se oyeran voces o algún tipo de suceso extraño para que apareciera Don Pepe y mediante el cobro de unos doblones quedara solo en ese lugar para dar caza a las entidades. En Santa Clara llegó a ser toda una celebridad y se le podía ver en grupos de personas bebiendo cerveza gratis gracias a sus historias, que largaba una y otra vez ante la admiración de los otros.

Todo muy bien, hasta que un día llegó un catalán a la villa quien tenía fama de ser un señor incrédulo y hasta ateo. Este hombre retó a Don Pepe a quedarse a solas una noche en el cementerio y dejar una prueba de dicha proeza. Los habitantes de Santa Clara, que defendían a Don Pepe como un héroe, casi lo forzaron a aceptar la apuesta.

Por lo cual, el enemigo de los fantasmas se vio de pronto lanzado en medio de la noche hacia el camposanto. Como era tiempo de lluvias y de frío, iba con un capote largo que le causaba cierta dificultad para caminar. Aún así, Don Pepe fue hasta el lugar.

La prueba de que allí había estado era un clavo que debía hundir en la tierra el cual sería revisado al día siguiente. Llegado hasta el medio de aquel cementerio, bajo la lluvia y en pleno silencio, Don Pepe comenzó a clavar el objeto punzante en dicho sitio convenido, pero ante un sonido que no supo definir, como el de un ser humano o el de un animal se asustó e intentó irse, cruzándola cerca. Algo lo haló desde el suelo y el miedo del héroe en cuestión aumentó.

Así, cada vez que intentaba irse, una fuerza contraria lo echaba hacia abajo como si una entidad lo estuviese sujetando. En medio de esa pelea inútil, Don Pepe perdió el conocimiento y fue hallado al día siguiente por sus amigos quienes fueron a verificar si el clavo estaba en el sitio. ¡Cuál no sería la sorpresa de que justamente uno de los extremos del capote llevado por Pepe había sido clavado por este en el suelo lo cual le impedía moverse. Allí tirado, sin conciencia, el enemigo público de los fantasmas seguía con vida, pero estaba aún atolondrado por los golpes que él mismo se dio.

Cuentan que Don Pepe, el valiente, mantuvo su sobrenombre y su fama, pero que nunca más volvió a ir al cementerio, ni de día ni de noche. El catalán perdió la apuesta, pero siguió de incrédulo y puso en dudas muchas veces la efectividad y las historias del cazador de fantasmas. La leyenda se fue perdiendo entre los vecinos y se transformó en un suceso más que cada uno cuenta a su forma.