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La tragedia de Dos Ríos
Foto: Archivo

La tragedia de Dos Ríos (+Audio)

Emma Rodríguez Aguilera

Lunes, 19 May 2025 06:38

José Martí había evocado la guerra, por eso aquel 19 de mayo, hace 130 años, no pudo sustraerse a combatir, y murió como quería, de cara al sol. 

Los disparos que se escucharon, cerca del mediodía del 19 de mayo, en el campamento de Máximo Gómez, en Dos Ríos, sellaron el destino de José Martí.

Se trataba de una fuerte columna española comandada por el coronel Ximénez de Sandoval que venía a ofrecerle combate, y el Generalísimo le aceptó el reto.

Martí no quiso acatar la orden de regresar al campamento, él había evocado la guerra y no podía sustraerse a combatir. Por eso le pide al joven Angel de la Guardia que lo acompañe a la carga y se lanza en su hermoso caballo blanco, regalo de José Maceo. 

Ese día no llevaba ropas de mambí, vestía con elegancia.  Pantalón Claro, chaqueta oscura, corbatín y sombrero negro, en su diestra blandía el revolver plateado con empuñadura de nácar, obsequio de Panchito Gómez Toro. 

Y junto a su pecho, como un escudo contra las balas, el retrato de su amada María Mantilla. 

Una descarga lo derriba y cae, de cara al sol, entre un dagame y un fustete, tres disparos hicieron blanco en su cuerpo. Inútiles fueron los esfuerzos cubanos por recuperar su cadáver. Era el gran trofeo de los españoles.

En medio del combate, hasta Gómez llega la terrible noticia: han matado al presidente. La confusión y el dolor hacen presa en el alma del viejo militar: «Ya nos falta el mejor de los compañeros y el alma, podemos decir, del levantamiento». Así escribiría en su diario.

Ya han pasado 130 años de la tragedia de Dos Ríos, y quienes visitan el lugar se sobrecogen ante el sacrificio del hombre que tantas veces se refirió a la muerte. 

«Otros lamentan la muerte necesaria; yo creo en ella como la almohada y la levadura, y el triunfo de la vida».