Desde las primeras horas de la mañana del sábado 15 de abril de 1961, la prensa mundial reprodujo una historia procedente de Estados Unidos, de acuerdo con la cual pilotos sublevados de las Fuerzas Aéreas Revolucionarias de Cuba bombardearon ese día los aeropuertos de Ciudad Libertad, en la capital, San Antonio de los Baños, al sur de La Habana, y el de Santiago de Cuba.
Aquella noticia constituyó un ardid para desvirtuar la verdad sobre el ataque de aviones enemigos sobre aeropuertos cubanos.
Para el gobierno de Cuba estuvo claro que perseguían liquidar los escasos aviones y los pilotos revolucionarios con que contaba la Isla y que ese era el preámbulo de una invasión mercenaria, que se produciría el día 17 por Playa Girón y Playa Larga, en Bahía de Cochinos, al sur de la provincia de Matanzas.
Pero se equivocaron en calcular el nivel de respuesta popular que enfrentarían y sobre todo subestimaron la extraordinaria talla como dirigente político y talento militar de Fidel Castro, factores decisivos que indujeron al fracaso de la invasión.
Bajo el peligro de otro bombardeo aéreo, que estaba dentro de las posibilidades para ese día, se realizó el 16 un acto de despedida de duelo de las víctimas del ataque en las calles 23 y 12, en la capitalina barriada de El Vedado, a las puertas del cementerio Cristóbal Colón y apenas unos ocho kilómetros de la Base de Ciudad Libertad, principal objetivo de los ataques y donde todavía humeaban los restos de aviones destruidos.
El líder de la Revolución Fidel Castro estaba presente y pronunció las palabras de despedida de duelo y declaró el carácter socialista de la Revolución, «como para que no dijeran después que era un pueblo engañado el que estaba combatiendo contra los mercenarios del imperialismo».
La primera parte de los planes agresivos había sido derrotada, ya que el enemigo no pudo destruir la Fuerza Aérea Revolucionaria que desempeñaría un rol importante en la derrota de la invasión pocas horas después.