Luego ambas estiraron los músculos, activaron el cuerpo para el desafío de la discusión de medallas en los Juegos Panamericanos Junior. Sus rostros, en cambio, eran pura calma. Solo en su interior aguardaban la explosión, la calidez necesaria para una mañana muy fría y sumamente ventosa en Asunción.
La intensidad llegó sobre el agua, una especie de lago artificial que Paraguay se empeña en nombrar bahía, aun cuando aquí no tengan un solo metro de mar. Y en un lugar como este, marcado por la voluntad y el sueño, las cubanas coronaron el suyo de convertirse en campeonas panamericanas.
Para Yisnoly fue su segundo oro de la cita y la tercera de sus medallas; para Diorgina, el debut en lo más alto del podio.
“Esto fue un acto de gran valor, pero también de mucha unidad, porque fuimos una sola sobre el bote. Fue una regata difícil, sobre todo por el viento, pero nos apoyamos siempre”, comentó Diorgina aun con la emoción sobre el rostro.
A diferencia de la final del C1 200 m, donde los metros finales fueron aliados para el bote cubano, ahora dominaron la prueba de principio a fin, hasta cruzar la meta con registro de 2:24.33, inalcanzable para la dupla argentina, ocupante de la segunda plaza con 2:26.99. Chile, con grandes progresos en el canotaje de estos juegos, llegó tercero con 2:27.33.
Con la respiración entrecortada que la caracteriza después de cada regata, Yisnoly aseguró que el resultado es fruto de las ganas y el deseo de darle lo mejor al país. “Es un orgullo conseguirlo hoy, como homenaje a todas las mujeres de Cuba. Esto es para ellas”, agregó.
Para Diorgina este resultado tiene además una connotación especial, pues justamente hoy su hermana, Yarisleidis Cirilo, avanzó a la final del C2 200 m en el Campeonato Mundial de mayores, con sede en Milán. “Yarisleidi sabe que Cuba merece esta medalla de oro, así como la de ella. Para mí es un honor compartir estos resultados en el mismo día”.