Jesús Orta Ruiz, ese es el nombre de bautismo, pero Cuba, su Cuba, lo conoce con el nombre que brota de la tierra, el que huele a raíz y a pueblo: Indio Naborí.
Este 30 de septiembre, al cumplirse un nuevo aniversario de su nacimiento, también se celebra el Día de la Décima Iberoamericana en honor a este poeta excepcional, quien se ganó el mérito de fundir con maestría lo popular y lo culto en su creación poética.
Era la décima, esa estrofa de diez versos que llegó en los barcos desde España, pero que en Cuba se vistió de guayabera y aprendió a hablar de la cosecha, del amor, de la injusticia y de la patria.
Naborí no solo la dominaba; la habitaba. La hacía suya. En sus manos, la décima dejaba de ser una estructura de rimas para convertirse en el latido mismo del pueblo.
Su faceta como prosista fue igualmente brillante y reconocida. Bajo este ámbito, su pluma exploró con éxito un espectro temático muy amplio, que incluye ensayos, análisis del folclor y la tradición, numerosos prólogos y una magistral obra periodística.
La producción artística de Orta Ruiz es también un fiel reflejo de los momentos cruciales de la Revolución Cubana. Uno de sus poemas más conmovedores y ampliamente reconocidos es "Elegía a los zapaticos blancos", donde el poeta vuelca su profunda sensibilidad para retratar la trágica historia de Nemesia, quien perdió a su familia por las balas mercenarias y vio destruido su inocente sueño de poseer unos zapatos blancos, una dolorosa realidad que el poeta inmortalizó con su pluma.
Este 30 de septiembre, al celebrar el 103 aniversario de su natalicio, no miramos hacia atrás con nostalgia porque la voz de Jesús Orta Ruiz, el Indio Naborí, sigue viva en el suspiro de quien, al leer uno de sus versos, descubre que la esencia de Cuba tiene forma de décima y nombre de poeta.