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Kunalumbo
Foto: Portada del libro de crónicas Pintar un ángel negro. Alberto González Rivero.

Kunalumbo

Alberto González Rivero

Martes, 01 Julio 2025 07:45

Fragmentos de la crónica Kunalumbo, del libro Pintar un ángel negro, Capiro 2025, que dedico a mi primo Manuel Rivero Glean, escritor y etnólogo.

Se oye el sonido de los tambores consagrados Kimbundú y O Ngom, y Pablo Díaz Brunet, tamborero de Kunalumbo, percute ante los invitados de Barnet, y se huele la sopa de gallo de Luz Marina (las mujeres que tienen hecho santo aún no pueden tomar el caldo) en sus versos: Elelé mi sopa, quien toma mi sopa me toma a mí.

Las catalinas que solo pueden ser ejecutadas por hombres con manos lavadas, parecen retumbar y hacen vibrar las paredes de Kunalumbo, Kimbandú lleva el ritmo cadencioso de un solo golpe; las mujeres en estado fértiles tampoco pueden tocar el instrumento consagrado, misterios y más misterios, lluvia y más lluvia...

Así,las tablas parecen mágicas y en su sombra se mueven como la mulata Caridad, y ella se vuelve un remolino cuando los tambores reciben la comida -un gallo y una paloma-, y se pueden ver, o no se pueden ver las manos que los golpean, y sí, se percibe un tono desaforado cuando los instrumentos llevan en el cuero o el parche el edimbo, emplaste para afinar los tambores, el secreto de dulce de guayaba y tela de araña para que le de sonido al Oricha Añá.

Escucho el trepidar del cuero de las catalinas, “suenan las campanillas que tienen.

Kunalumbo
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