El moderador Arístides Vega Chapú condujo la conversación acerca del arte como salvaguarda de los derechos de la infancia y la adolescencia; la importancia del aprendizaje a través de juegos y el trabajo comunitario como sostén de conocimientos y posibilidades de expresión, para que los niños puedan discernir sus propias capacidades.
Como invitadas, expusieron sus experiencias tres notables mujeres que dedican su trabajo, fundamentalmente, a esas edades.
La actriz Carmen Margolles, por décadas directora del proyecto profesional Alánimo, precisó que la esencia está en el respeto: que sea con el rigor y humildad, que ellos pueden apreciar para ofrecerles el juego que divierte y enseña. «En mi caso los títeres me ayudan a sacarles la sonrisa; o con el chiste y lo hermoso de un cuento que pueda presentarse, lo mismo en una sala con luces, que cargarlo en una mochila, en versión para la comunidad. El teatro les favorece en su desarrollo emocional, sin dudas», comentó.
Mildre Hernández, Premio Casa de las Américas, en su sólida historia como escritora, explicó el surgimiento de su proyecto "La Casa verde" y la sinceridad en cada uno de sus libros para acercarse a los niños y adolescentes; mientras, Lidia Meriño llamó la atención sobre el respeto que debe primar para esas edades tempranas y la entrega de alegría que pone en cada uno de sus proyectos comunitarios para ofrecer belleza.
Siempre los piensa como inclusivos para niños y adolescentes, y ejemplificó con "Los bolsillos de Mamá", en el propio edificio donde vive, y "El patio de mi casa", en la sede de la UNEAC , con presentaciones de artistas, escritores, niños talentosos con la libertad de mostrarse al público.