“Nuestro colectivo siente profundo dolor y consternación en este momento. En su tránsito por el Instituto, recibió la atención y cuidados de médicos, enfermeras y de todo aquel que guardó relación con su hospitalización aquí”, prosigue el texto.
Explica que el diagnóstico y curso agresivo de la enfermedad de Ortiz Ramírez, además de un reto a la ciencia y al conocimiento, con frecuencia suele ser motivo de conexión afectiva con el niño o niña y sus familiares para quienes tratan estas patologías.
El comunicado también indica que la experiencia acumulada en el tratamiento de enfermedades oncohematológicas en edades pediátricas no hace a los especialistas inmunes al dolor. La muerte de un niño siempre produce sobrecogimiento y conmoción.
“Nos unimos al luto y al dolor de sus familiares. Solicitamos el debido respeto a este momento. Geobel Damir más que un paciente fue un niño. Un niño cubano”, concluye el texto.