Y aunque las redes comenzaron a hacerse eco de la primera zona de interés con probabilidad (muy baja) de formación ciclónica, junio permanece tranquilo en ese aspecto, aunque algunos modelos de pronósticos insisten constantemente en mostrar ciclones tropicales más allá de los diez días.
Ya desde mayo comienzan las lluvias en las tardes, lo que modula algo las temperaturas que van en ascenso, cuya ausencia en este año disparó los termómetros.
El calor, que durante el día se hace evidente, provee la “energía” para que el aire ascienda, si este aire es húmedo, van condensándose y formando nubosidad, dentro de la cual a su vez surgen gotas de agua y pequeños cristales de hielo e incluso granizos de pequeño tamaño. Cuando estos ingredientes (calor y humedad) están en cantidades suficientes tenemos en la tarde chubascos (lluvias de moderada intensidad y corta duración) y algunas tormentas eléctricas.
Lo habitual es que ocurran hacia el interior, es decir alejadas de las costas en donde se combina el aporte de las brisas de ambos litorales (norte y sur), que puede desplazarse algo en función del viento que predomine, por la influencia de algún sistema meteorológico. Como el más común es el anticiclón del Atlántico norte, por su “dominio” sobre el tiempo en Cuba, con vientos del nordeste, las lluvias se mueven más hacia el sur de esa línea imaginaria que dividiría a Cuba en norte y sur. Y claro si la componente (dirección) del viento es otra hay variación algo más hacia el norte, la zona menos “frecuentada”. Estas lluvias ocurren en la tarde y hasta el anochecer y en localidades cercana al mar pueden ocurrir más adentrada la noche o en la madrugada, porque en esas horas ocurre un proceso similar en el mar.
Son lluvias que puntualmente pueden ser fuertes, pero que su corta duración es la que limita su intensidad y en las cuales también puede ocurrir una tormenta local severa.
Pero, en ocasiones influyen sistemas meteorológicos que favorecen que la humedad sea alta y también generan inestabilidad. Este último factor incrementa la extensión espacial y temporal de estas áreas de lluvia y tormentas y su desarrollo, dando lugar a mayores acumulados de lluvia (por la alta y constante humedad) y a un aumento de la probabilidad de tormentas locales severas. Estos sistemas meteorológicos pueden ser ondas tropicales, que se desplazan de este a oeste, sobre el océano Atlántico y el mar Caribe, y vaguadas (u hondonadas como las conocen mucho cubanos) que se desplazan en la parte media y alta de la troposfera de oeste a este, aunque en ocasiones es un movimiento muy lento.
Tanto es así que muchos especialistas la conocen como la “Vaguada de mayo-junio”, ya que su persistencia, sobre todo cerca de los 5 kilómetros de altitud, con preferencia en la parte occidental de Cuba, es la que produce que estos meses sean algo más lluviosos. Con su permanencia las lluvias tienen lugar en días consecutivos, lo que puede producir suelos saturados y aumentar el riesgo de inundaciones.
Ambos sistemas meteorológicos pueden coincidir amplificando los efectos y la probabilidad de lluvias fuertes en ocasiones, acarreando todos los efectos ya mencionados.
La parte oriental no ha sido la más favorecida en este inicio de junio, aunque puntualmente hay reporte de acumulados de interés, la causa: meno inestabilidad y sobre todo menos humedad. Sobre la parte oriental influye un aire más seco, producido por lo primeros efectos de la Capa de Aire Sahariano, o “el polvo del Sahara”, que ya en estos meses llega al mar Caribe en sus máximas concentraciones anuales. Esto es uno de los factores que inhibe que en los primeros meses de la temporada ciclónica el océano Atlántico vea nacer tantos ciclones tropicales como en agosto o septiembre, cuando ya la cantidad del mismo va disminuyendo.