Para Fidel, Rogelio y Aliecer, el Hanabanilla no es solo el sustento de los suyos, sino también un tesoro natural de esa maravillosa geografía donde comparten su vida con la madre naturaleza, en uno de los ecosistemas más genuinos de la mayor de las Antillas.
Allí, en el Parque Natural Jibacoa-Hanabanilla, enclavado en el corazón del Escambray villaclareño, estos tres hombres, con más de una década de oficio, comparten con los visitantes nacionales y foráneos, más allá de un recorrido inigualable de unos 8 km surcando las aguas del único lago intramontano de Cuba, sus conocimientos sobre cada planta, animal o recodo de un paisaje que ya es parte de su familia.
«A bordo del barco El Turquino los amigos que llegan hasta el Parque pueden disfrutar de un paseo hasta Topes de Collantes, en la hermana tierra espirituana, que incluye un recorrido por las cascadas El Trinitario y Las Bellas, de aproximadamente 40 minutos, en los que se aprecia un paisaje muy bonito, entre aguas y montañas», comenta Fidel Iguriza Sousa, patrón de dicha embarcación.
Precisamente esta es una de las particularidades que ofrece esta zona protegida a quienes llegan aquí en busca del aire puro y el merecido descanso: la combinación en perfecta armonía entre las escarpadas elevaciones de la cordillera y la limpieza de las aguas del lago, frontera compartida por Villa Clara, Cienfuegos y Sancti Spíritus.
Así lo confirmó Aliecer Rodríguez Jacomino, instructor náutico: «la gente simplemente nos pide ver la naturaleza, y el lago es idóneo para eso».
El Parque cuenta con otros atractivos que te permiten apreciar la vida silvestre en todo su esplendor, pero, sin lugar a dudas, acercarte a las escarpadas laderas de la montaña desde los botes, llegar a la cueva del Majá, aun prácticamente inexplorada y navegar este mar de agua dulce, constituyen de las experiencias inolvidables para todos aquellos amantes de la paz que solo puede ofrecernos la naturaleza.